viernes, 7 de agosto de 2015

Para ir allí, cogimos un autobús nocturno. Nos quedamos sorprendidas por las comodidades del autobús y el lujo que lo rodeaba. El autobús disponía de asientos, que estaban situados en la primera fila, y literas, al final del autobús. Una vez dentro nos dimos cuenta de que las literas disponían de cortinas para preservar la intimidad de los pasajeros.

Al poco de partir de Ahmedabad, Berta y yo notamos que estaba lloviendo a la vez que tronando con bastante fuerza pero eso no nos preocupó mucho, pues nos encontrábamos en la época de monzón. Empezamos a preocuparnos más cuando descubrimos que nuestro compartimento empezaba a estar húmedo a cada rato que pasaba porque las ventanas no estaban bien fijadas (ni el techo del autobús).
De modo que al cabo de dos horas nuestro compartimento estaba casi inundado. Berta y yo decidimos movernos a otro sitio porque nuestras pertenencias estaban empapadas. 

Nos despertamos asustadas al ver que eran las 11:30 de la mañana y seguíamos dentro del autobús. Pensamos que nos saltamos nuestra parada. Después de varios intentos de comunicación con los otros pasajeros entendimos que nuestro autobús tuvo que cambiar de ruta porque las carreteras que conectan Ahmedabad con Jaisalmer eran intransitables a causa de la inundación.

Lo que tendría que haber sido un viaje de 10 horas se convirtió en un viaje de 32 horas. En el trayecto vimos muchísimos campos inundados y cultivos arruinados. Algunos pasajeros nos enseñaban fotos de más ciudades inundadas desde sus cuentas de Facebook y Twitter. También nos hicimos amigas de algunos pasajeros, llegando a enseñarles a jugar a las cartas UNO para matar el tiempo.

Matando el tiempo
Las paradas que realizaba nuestro chófer para que los pasajeros pudiéramos comer, beber y hacer nuestras necesidades nos permitieron  observar la realidad de la India rural. Pudimos percibir la dureza de sus condiciones de vida. También notamos que la red de las carreteras rurales no estaban bien pavimentadas o no lo estaban en absoluto provocando que botásemos en nuestras literas cada dos por tres.

Nos dijeron que por la tarde llegaríamos a nuestro destino pasando por Jodpur pero Berta y yo estábamos convencidas de que llegaríamos más tarde, sobre la madrugada. Así fue. Llegamos a nuestro destino sobre las 5 y media de la madrugada.

Unos hombres nos despertaron para avisarnos de que habíamos llegado a Jaisalmer (¡por fin!). Al salir del bus no sabíamos que hacer. Primero porque era muy temprano para empezar explorar la ciudad y estaba oscuro; segundo, estábamos solas y no sabíamos con certeza dónde nos encontrábamos (cuando nos dijeron que habíamos llegado, me puse a comprobarlo en el Google Maps para cerciorarme que habíamos llegado a Jaisalmer); y tercero, estábamos muy agotadas. Terminamos por seguir a un hombre de edad media que decía ser propietario de un hotel que estaba cerca de la parada de autobús siendo conscientes de que lo mejor para conocer Jaisalmer era dormir dentro de los muros de la ciudad.
Descubrimientos y lecciones aprendidas:
  • No coger autobuses en la época de monzón.
  • Ocurra lo que ocurra, los indios no faltan a su hora del té. Normal, porque el té masala chai está ríquisimo.
  • Los habitantes de la India, como en cualquier otra parte del mundo, dependen de las noticias publicadas por Facebook para enterarse de cualquier noticia.
  • En el viaje aprendimos la importancia de tener varias bolsas de plástico resistentes a mano. Recomendamos encarecidamente las bolsas de Subway por si en algún momento queréis hacer pipí dentro del bus.